miércoles, 4 de abril de 2012

Lev Vigotsky y lo específicamente humano


      “Una araña ejecuta operaciones semejantes a las del tejedor, y una abeja avergüenza, por la construcción de sus celdillas de cera, a más de un arquitecto. Pero lo que ya por anticipado distingue al peor arquitecto de la abeja mejor, es que el arquitecto construye la celdilla en su cabeza antes de construirla con cera. Al final del proceso de trabajo sale un resultado que ya estaba presente al principio del mismo en la representación del trabajador, o sea, idealmente. No es solo que el trabajador obre una alteración de forma de la naturaleza, es que al mismo tiempo realiza en lo natural su finalidad, la cual es conocida por él, determina como ley el modo de su hacer y tiene subordinada su voluntad.” (K. Marx, El Capital, pp. 15).


 Vigotsky va a intentar resolver, a lo largo de obra, un problema significativo para su época: ¿Qué es lo que distingue al ser humano del resto de los seres vivos?
   Esta pregunta proviene del muchas veces reeditado debate entre "lo innato y lo adquirido". En aquel momento histórico, se busca en estos debates una explicación a los famosos niños-salvajes y su posible humanización.


 Victor, el salvaje de Aveyron

Convertido así en asunto público, los sabios del momento le reconocieron atenta y cuidadosamente y llegaron a la conclusión, expresada por el más cualificado de ellos, Philippe Pinel, director del asilo o manicomio de Bicêtre, de que "el salvaje de Aveyron" no era más que un deficiente mental incurable. Pero un joven médico recién doctorado, Jean Marc Gaspard Itard, al que le fue permitido asistir a estas sesiones, más optimista, propuso la elaboración y ejecución de un programa de tratamiento y educación del niño, lo que fue aceptado, proporcionándosele los medios públicos requeridos para realizarlo. El muchacho quedó desde entonces bajo la custodia de Itard, siendo atendido por Madame Guérin en los aspectos físicos y materiales mientras que Itard elaboraba y aplicaba el programa de su tratamiento psicológico y readaptación.
Itard escribió dos memorias o informes dirigidos al ministerio patrocinador, donde relató minuciosamente sus observaciones, propósitos y experiencias. Ambos textos fueron publicados inmediatamente por considerárselos de interés general. El primero data de 1801, pocos meses después de haberse emprendido el experimento, y el segundo se escribió en 1806, cuando Itard dio por conclusa su actuación. Ambos trabajos son modelos de rigor científico, metodológico y claridad expositiva.
La descripción que Itard realizó de la primera impresión que le causó su pupilo rezaba: "un niño desagradablemente sucio, afectado por movimientos espasmódicos e incluso convulsiones; que se balanceaba incesantemente como los animales del zoo; que mordía y arañaba a quienes se le acercaban; que no mostraba ningún afecto a quienes le cuidaban y que, en suma, se mostraba indiferente a todo y no prestaba atención a nada." 
El infortunado muchacho era delgado y más bien bajo para su supuesta edad. Su rostro, redondeado e infantiloide, presentaba marcas de haber sufrido la viruela y lo surcaban varias cicatrices. Su nariz era larga y puntiaguda y su mentón hundido. Tenía un cuello largo y esbelto, pero otra gran cicatriz le atravesaba la garganta.
Las atenciones y cuidados que se le dispensaron a partir de entonces mejoraron su estado físico y su sociabilidad, pero los progresos fueron muy escasos, una vez superada la fase inicial. Itard le puso el nombre de Víctor. Por esta época se presentó la pubertad sexual del muchacho, lo que creó problemas adicionales a su educador. Las esperanzas de Itard de enseñarle a hablar y a comportarse de manera civilizada resultaron frustradas y en el segundo informe Itard se daba por vencido y manifestaba su preocupación por el futuro del joven era llamado en su tribu "el yindi".
Parte del proceso puede verse en una película de François Truffaut basada en esta historia, titulada L'Enfant Sauvage.

El caso Genie

Susan nació el 18 de abril de 1957. Vivía con sus padres y un hermano mayor, John, que era, junto con ella, el superviviente de un total de cuatro nacimientos. La pareja, formada por Irene y Clark Wiley, sufría de frecuentes desavenencias. Irene sufría de ceguera progresiva debido a las cataratas y a su desprendimiento de retina. Clark, por su parte, quien era 20 años mayor que Irene , sufría un cuadro depresivo agravado que se desencadenó a causa de un accidente de tráfico en el que murió su madre, y era un hombre que le propinaba frecuentes palizas a su esposa. También se especula que tenía un odio innato hacia los niños.
Genie nació con un peso normal respecto a la media, pero sufría de una dislocación congénita de cadera que la obligaba a llevar una tablilla en esa parte del cuerpo. Comenzó a hablar un poco tarde, a los 20 meses. Un médico familiar sugirió que la niña presentaba problemas de aprendizaje y que posiblemente también un retraso mental. Clark tomó esta situación al extremo, llegando a creer que las autoridades le quitarían a su hija, o que sería llevada a una institución especializada, y que era su deber proporcionarle un tratamiento doméstico y protegerla de los peligros del mundo exterior.
A partir de ese momento, Genie comenzó a experimentar los efectos del aislamiento. Hasta los 13 años de edad, Genie no tuvo contacto con el mundo, ni con persona alguna, salvo su padre (según la reconstrucción de hechos). Se especula que pasaba los días encerrada en una habitación, ataviada únicamente con un pañal y atada a una silla-orinal (potty chair, silla entrenadora en inglés). Cuando era de noche, su padre la colocaba en una especie de bolsa de dormir, la ataba y la dejaba dentro de una jaula hecha de alambre y madera, cuando no se le olvidaba y la niña pasaba las noches sin protección alguna en la silla (de acuerdo al testimonio de su madre). Tenía prohibido emitir sonidos o hacer ruido. Si llegaba a hacerlo, su padre la golpeaba o le ladraba como un perro feroz para asustarla. Ni siquiera le enseñó a comer o a ir al baño por sí sola. Su alimentación, hasta los 13 años, consistió en comida de bebé, cereales y huevos cocidos, todos los cuales le eran proporcionados de mano, sin entrenamiento.
Su habitación, si es que se podía llamar así, era un cuarto sellado sin ningún adorno en las paredes. No tenía acceso a radio, televisión, ni a material didáctico. Lo único de lo que disponía (cuando no estaba atada) era de algunos envases de queso cottage, un par de impermeables de plástico, estambre y revistas viejas de TV Guide. Si acaso llegaba a oír palabras, éstas eran primitivas y agresivas. A la edad de 13 años, la niña sólo entendía 20 palabras, la mayor parte de las cuales eran cortas y negativas, como "stop it" (para ya), "no more" (ya basta) y "no".
Los demás habitantes de la casa no vivían de manera muy diferente, pues debían permanecer cautivos (aunque a ellos se les permitía salir de vez en cuando). Cuando no les era permitido, el padre se sentaba con una pistola cargada a observarlos. También les estaba terminantemente prohibido dirigir palabra alguna a Genie.
En la habitación de Genie, a pesar de estar sellada y con las ventanas tapadas, había un pequeño hueco en la parte superior del cristal de éstas, con lo que Genie posiblemente haya escuchado la música de piano que un vecino solía poner y los aviones que pasaban por el lugar. Su vista del mundo se reducía a 5 centímetros de cielo y parte de la casa de dicho vecino.
En algún punto a mediados de 1970, cansada de los abusos y las palizas, Irene Wiley logró escapar, llevándose a sus hijos y huyendo con su madre. Debido a que la situación económica era precaria, por decir lo menos, no disponía de dinero para operarse y recuperar la vista. Por tal motivo, el 4 de noviembre de 1970 acudió a una oficina de beneficencia en Temple City a buscar apoyo del Estado de California. La trabajadora social que le atendió notó de inmediato que la niña que iba con ella usaba pañales, miraba puntos indefinidos en el espacio y sostenía sus manos como si estuviera apoyada en una barandilla imaginaria, mientras hacía ruidos infantiles. Pensó que era autista, y que no tendría más de siete años de edad. Al descubrir que en realidad tenía trece, llamó a su supervisor, quien dio aviso a la Policía. Inmediatamente la niña fue puesta en custodia y los padres acusados de negligencia y maltrato infantil. Quedó claro, sin embargo, que Irene tendría más posibilidades de defensa, considerando además el hecho de que era una víctima de violencia doméstica. Con esto en mente, poco antes de comenzar el juicio, Clark se suicidó.
Tambien sobre ella se escribieron libros, se grabaron canciones, se hicieron peliculas. Russ Rymer ha escrito tres libros titulados: “Genie: A Scientific Tragedy”, “Genie: An Abused Child’s Flight from Silence” y “Genie: Escape from a Silent Childhood”. Otro libro (“Savage Girls and Wild Boys: A History of Feral Children” de Michael Newton) dedicado a los niños ferales le dedica a Genie un capítulo. También se hizo una película en 2001 llamada Mockingbird Don’t Sing.

3 comentarios:

  1. Encontré unos videos en youtube, no queda bien compaginado, pero está bueno. Este es el enlace a mi blog donde podran acceder a las 6 partes:
    http://psico12012.blogspot.com.ar/2012/09/el-caso-de-genie.html

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  2. acá les dejo un link de youtube sobre un supuesto caso real de un niño criado por lobos, no pude grabar el programa, pero van a repetirlo miércoles 26/9 23hs. intentaré nuevamennte...
    http://www.youtube.com/watch?v=k9LDf1Ifnfs

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